2025.01.22 17:06 JosephAmber4 I’d like to spend my vacation…at the LIBRARY! (/uj yes this is an A:TLA reference/rj)
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2025.01.22 17:06 danielleinb Road trip down to Texas - how safe is this area?
Hi! I’m planning a road trip from SLC through Kansas to Houston, TX. Then on the way back to SLC going through New Mexico. We’d be taking all highways. How safe are these areas? Are their rest stops along the way safe? We’d be staying in a populated area for hotel nights and would be avoiding going to rest stops at night.
Someone we know who’s drove down there recommended bringing a loaded weapon with us which I feel is very unnecessary lol
Are these areas generally safe or unsafe for road trips?
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2025.01.22 17:06 lpedrique10 Saori Kido Athena SDXL redefine
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2025.01.22 17:06 No-Masterpiece-2935 Lf this trade, im kangaroo
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2025.01.22 17:06 ConstantDiamond4627 El epitafio del nacimiento
Elías estaba sentado frente a su ordenador, las teclas casi un susurro bajo sus dedos. El trabajo era el mismo de siempre: informes interminables, correos electrónicos que nunca respondían, y las constantes reuniones que no servían para nada. Había llegado a odiarlo con cada fibra de su ser, pero ¿qué otra opción tenía? Las facturas seguían llegando, las deudas apretaban cada vez más, y el departamento en el que vivía ya era una cárcel sin barrotes. Un espacio pequeño, gris, con ventanas que daban a un callejón oscuro donde la luz rara vez alcanzaba. La pintura de las paredes se estaba despegando, pero no importaba. No era como si tuviera las fuerzas ni el deseo de arreglarlo.
Elías había dejado de buscar un "hogar" en ese lugar. El apartamento no era más que un lugar para dormir, un espacio vacío donde se refugiaba de la lluvia, del frío, de sí mismo. "Es lo que hay", se decía todos los días, como si eso justificara la vida que había construido para sí. Los muebles eran simples, baratos. Todo lo que podía permitirse con lo que ganaba. Nada de lujo, nada de alegría. Solo lo necesario para no ser indigente.
Sus comidas eran solitarias. El almuerzo y la cena, siempre iguales, siempre en el mismo lugar. La misma mesa, el mismo plato, la misma cuchara que nunca llegaba a sentirse cálida. Siempre solo. La idea de invitar a alguien a cenar era un pensamiento lejano, tan distante como los sueños que había dejado atrás hace años. Nadie lo llamaba. Nadie se acordaba de él, salvo cuando necesitaban algo. Su teléfono estaba casi siempre en silencio, y cuando sonaba, era sólo para confirmar la decepción de que nadie lo extrañaba. Elías lo sabía. El mismo se había alejado de todos, con su amarga combinación de frustración y pesimismo. ¿Quién querría estar cerca de alguien tan roto?
El único sonido en su vida era el tic-tac del reloj en la pared, el cual le recordaba que el tiempo no se detenía, aunque él lo deseara. Las horas se deslizaban, y a Elías no le importaba. El pasado ya lo había devorado, y el presente era una lucha constante por mantener la cabeza sobre el agua. El futuro… El futuro no existía. No había nada más que la rutina diaria, la resignación de vivir una vida que no le pertenecía.
Fue entonces, cuando estaba deslizando la pantalla del móvil, que vio la publicación. "Casi un año…" Era de Lara, su ex. La mujer que alguna vez había sido su razón para levantarse por la mañana, la que había creído que compartiría su vida, sus sueños, su todo. Pero no, no fue así. "Es un simple mensaje", se dijo, pero no lo era. No podía dejar de mirarlo, de leer la frase una y otra vez. Las palabras no le decían nada en especial, pero era el contexto lo que lo hundía. El "casi un año" refería a la relación que ya no existía. A lo que se había perdido. A lo que nunca más volvería.
Elías apretó los dientes, sus ojos se enturbiaron por la mezcla de rabia y tristeza. No había superado a Lara, no había superado nada. Todos esos sueños que construyeron juntos se habían hecho añicos cuando ella se alejó. ¿Por qué? Se preguntó. Y siempre encontraba la misma respuesta: su propia culpa. La culpa de no haber sido suficiente, de no haber luchado lo suficiente, de haberse rendido ante la tristeza, ante el miedo, ante todo.
La pantalla del móvil se desvaneció en una oscuridad sin sentido. ¿Qué había hecho mal? Si hubiera sido diferente… Si hubiera tenido el valor de cambiar algo, de ser alguien mejor, tal vez aún estaría allí. Pero no. Su vida estaba marcada por los fracasos. El trabajo que odiaba, la soledad, la constante sensación de que había desperdiciado los mejores años de su vida en una rutina vacía, esperando que algo, alguna vez, cambiara.
La tarde del siguiente día, su día libre, parecía igual que todas las demás. Elías se sentó en el sofá, con los ojos clavados en la televisión apagada. El sonido de la lluvia golpeando las ventanas era lo único que rompía el silencio de la habitación. De vez en cuando, se escuchaba el murmullo lejano de coches pasando por la calle, pero eso era todo. La vida de Elías ya no tenía sorpresas, solo ecos de lo que había sido. Había dejado de esperar algo diferente, y esa tarde, la vida no parecía ofrecer nada más que la misma desesperanza de siempre. Sin embargo, algo irrumpió en su rutina.
Un golpeteo en la puerta.
Elías levantó la vista, sorprendido. Nadie lo visitaba. Nadie nunca tocaba su puerta. Se levantó lentamente, como si su cuerpo ya hubiera olvidado cómo reaccionar ante algo tan trivial como una visita. Abrió la puerta y, para su sorpresa, no había nadie allí. Solo una caja rectangular de cartón negro en el suelo, sin ninguna indicación de quién la había dejado. Confuso, recogió la caja. El peso era ligero, casi como si no hubiera nada en su interior, pero al moverla, algo se agitó dentro. Con un suspiro, se agachó para abrirla. Dentro, cuidadosamente doblado, había un sobre negro, hecho de un papel grueso que parecía demasiado elegante para una persona como él. No había remitente. No había una dirección escrita. Solo su nombre, Elías, inscrito con tinta blanca, sobre la superficie suave del sobre.
El corazón de Elías dio un vuelco, una sensación extraña recorriéndole el cuerpo. No solía recibir cartas, mucho menos de desconocidos. Dudó por un momento, pero finalmente rompió el sello. Al sacar el contenido, lo desplegó lentamente, sin saber qué esperar. El mensaje, escrito en letras de un trazo irregular y ligeramente inclinadas, parecía más una orden que una invitación:
“Acompáñanos al nacimiento de tu fin.”
La fecha y la hora estaban claramente indicadas, coincidiendo con la tarde del día siguiente. No había más palabras, solo esa inquietante frase. Elías sintió un escalofrío recorrerle la espalda. No sabía qué significaba, ni por qué alguien se molestaría en enviarle una carta como esa. Pero algo dentro de él, algo curioso, lo impulsó a mirar la dirección. “Cementerio de San Lucían, a las 4:00 PM.” El nombre del cementerio no le decía nada. No conocía a nadie allí, y jamás había oído hablar de ese lugar. Como a una hora de trayecto desde su departamento, en un barrio donde las sombras parecían nunca despejarse, pero la idea de la muerte, el misterio, le resultaba irremediablemente intrigante.
Elías se quedó quieto, mirando la dirección escrita, sus dedos apretando el papel. Un millón de pensamientos corrían por su mente. ¿Era una broma? ¿Algún tipo de juego macabro? Pero algo en su interior, algo que había estado dormido por tanto tiempo, le decía que debía ir. Quizás era el cansancio de vivir esa vida, quizás era el simple deseo de que algo, por fin, sucediera. La idea de que esa invitación, tan rara y aterradora, pudiera sacarlo de su monotonía le hizo aceptar el desafío sin pensarlo mucho. ¿Qué tenía que perder? Con una mueca, se dejó caer sobre el sofá. Miró el reloj. Ya era tarde para reconsiderar.
Elías despertó mucho antes de lo habitual. El reloj marcaba las 6:00 AM, pero su mente ya estaba activa, recorriendo el día antes de que el sol siquiera asomara. Se estiró lentamente, sintiendo la pesadez de las horas que lo habían dejado sin descanso, sin fuerzas para enfrentar un día más de trabajo. Miró su teléfono. Un mensaje de su jefe había llegado a las 9:15 PM, como de costumbre, con alguna indicación de lo que debía hacer hoy. Elías se quedó mirándolo, su dedo sobre la pantalla, indeciso. “No voy a ir,” se dijo a sí mismo, y con una decisión que lo sorprendió incluso a él, apagó el teléfono y lo dejó sobre la mesa. ¿Por qué seguir en ese trabajo que no lo llenaba? ¿Qué más daba? Lo único que quería en ese momento era romper con la rutina, seguir esa invitación que había recibido, como si su vida dependiera de eso.
Se pasó las manos por el rostro, como despertándose de una pesadilla, y después comenzó a vestirse. Eligió lo más cercano a un traje semi formal que tenía: una camisa de botones, un pantalón oscuro que le quedaba un poco grande, y un saco que había comprado hace años. "No sé qué esperar de esto, pero no puedo ir vestido con cualquier cosa," pensó mientras se miraba al espejo. Un cementerio… Claro que tendría que vestirse adecuadamente. Tal vez fuera una broma, pero no quería llegar allí y parecer que no le importaba.
Con el atuendo puesto, Elías miró su cuenta bancaria y suspiró. No había dinero para un coche. No había dinero para nada. No tenía la libertad de un hombre que pudiera decidir cómo moverse por la ciudad. Siempre dependía del transporte público. Y ahí estaba, otra vez, esperando el autobús, que nunca llegaba a tiempo, como si la ciudad misma tuviera la misma indiferencia por él que todos los demás. “Pero claro, qué más da,” murmuró mientras observaba el tráfico. “Lo único que me pertenece es este maldito lugar y este maldito trabajo.” Una hora después, por fin llegó al cementerio, después de un par de transbordos y un viaje largo, con la sensación de que la ciudad misma lo ignoraba.
El lugar era aún más extraño de lo que había imaginado. Era un cementerio antiguo, de esos en los que las lápidas están cubiertas por musgo y las sendas de piedra están rotas o dobladas por el paso del tiempo. La niebla comenzaba a levantarse de entre las tumbas, creando un ambiente aún más sombrío de lo que ya era. "¿Qué demonios hago aquí?" pensó, y un escalofrío recorrió su espina dorsal. Al principio, había creído que alguien lo estaba jugando, que la carta no era más que una broma pesada. Pero algo en la atmósfera del lugar le decía que no era tan sencillo. ¿Cómo podrían inventarse una dirección como esa? ¿Qué clase de broma es esta?
Decidió caminar. No veía a nadie más en los alrededores, solo los sepultureros que trabajaban, algunos camiones de entierros, y un silencio que se había instalado como una niebla impenetrable. Las sombras de los árboles parecían alargarse, y el aire estaba impregnado con el olor húmedo de la tierra y la descomposición.
No tardó mucho en perderse entre las tumbas. En algún momento, comenzó a pensar que todo había sido una cruel farsa. “Seguro que es solo un juego… Una broma de mal gusto para un pobre diablo como yo,” se repitió mientras seguía caminando, observando las lápidas de cerca. Nombres que no reconocía, fechas que no decían nada. Pero, aun así, algo en su interior, algo molesto y perturbador, le decía que debería quedarse. No tenía nada más que hacer, y de alguna forma, quería ver hasta dónde llegaba esta extraña invitación.
Entonces, a lo lejos, vio un pequeño grupo de personas reunidas cerca de un gran árbol. Era el único grupo de personas que había visto desde que llegó. Se acercó con cautela. El silencio que los rodeaba era denso, pesado, como si el aire mismo tuviera miedo de perturbar el momento. A medida que se acercaba, pudo verlos con más detalle. Todos vestían de negro, al igual que él, y todos parecían igual de absortos, con los rostros inexpresivos, mirando al frente. Nadie se movía. Nadie hablaba. Elías pensó que tal vez se trataba de algún tipo de rito o funeral. A lo mejor, esa era la razón de la invitación. ¿Quién sabe? Quizás algo se había muerto para ellos también.
En el centro del grupo, se encontraba un ataúd, preparado con una elegancia inquietante. La tapa estaba entreabierta, y Elías, sin pensarlo mucho, se acercó para ver quién estaba dentro. Quizás era alguien que conocía. Pero, al acercarse, lo que vio lo dejó helado. Dentro del ataúd, no había un cuerpo. No había un cadáver. No. En su lugar, había una cuna. Una cuna pequeña, de madera oscura, con un edredón blanco perfectamente doblado. Elías frunció el ceño, confundido. ¿Qué diablos era eso? Se alejó un paso atrás, sintiendo el estómago revuelto.
De repente, miró alrededor. Las lápidas cercanas comenzaron a llamarle la atención. Los nombres grabados en ellas parecían… familiares, pero no lograba recordar de dónde. No los reconocía, pero había algo en ellos que lo conectaba con momentos de su vida, momentos que no podía precisar. Como si todas esas personas, esas tumbas, fueran piezas de un rompecabezas que nunca había logrado completar.
Elías seguía mirando la cuna en el ataúd, totalmente desconcertado. ¿Qué significaba todo esto? El lugar estaba tan lleno de una energía extraña que parecía hacer que la niebla se espesara a su alrededor, como si algo estuviera acercándose a él desde las sombras. Pero antes de que pudiera procesar completamente lo que estaba viendo, sintió una presencia a su lado. Una voz grave y rasposa le llegó por el oído.
- “Lo que ves aquí no es más que una sombra del pasado, Elías. Lo que has olvidado, lo que has dejado atrás, todo está a punto de regresar a ti.”
Elías giró rápidamente, encontrándose con un anciano que parecía haber surgido de la misma niebla que envolvía el cementerio. Tenía el rostro arrugado y una barba blanca que cubría su cuello, como si el tiempo mismo lo hubiera atrapado y lo hubiera dejado allí para esperarlo. Sus ojos eran profundos, casi inhumanos, como si hubiera vivido más de lo que cualquier ser humano debería haber experimentado.
- “¿Quién... quién es usted?” Elías tartamudeó, un escalofrío recorriéndole la columna vertebral. “¿Cómo sabe mi nombre?”
El anciano lo observó un largo momento, como si estuviera evaluando cada detalle de su ser. Luego, dejó escapar un suspiro que parecía más un susurro del viento que una exhalación humana.
- “Soy uno de los pocos que recuerda lo que has olvidado,” dijo el anciano, su voz tan grave que parecía venir de las entrañas de la tierra. “El evento que has recibido… está diseñado para recordarte todo lo que te has empeñado en borrar, antes de que llegue tu verdadera muerte.”
Elías dio un paso atrás, sintiendo una presión en el pecho, como si el aire en el cementerio fuera más denso, más frío. El viento helado lo envolvía, haciéndole sentir que el frío lo atravesaba hasta los huesos.
- “¿Qué… qué está pasando aquí? ¿Voy a morir?” La pregunta salió de su boca como un suspiro, tembloroso, sin poder evitar la sensación de pavor que lo envolvía.
El anciano lo miró fijamente, no respondió directamente. En su lugar, solo dijo:
- “Morir… es una palabra vacía aquí. El evento no se trata de la muerte que temes, sino de la que has olvidado vivir.”
Elías tragó saliva, sus pensamientos se confundían. No sabía si todo esto era una broma macabra o si, de alguna manera inexplicable, estaba a punto de descubrir algo que nunca había querido saber. ¿Acaso ya estaba muerto? En ese momento, sin previo aviso, todos los demás presentes, que hasta ese momento se habían mantenido en silencio, comenzaron a moverse en sincronía. Como si una fuerza invisible los hubiera ordenado, las personas se sentaron sin decir palabra, en unas sillas que habían aparecido de la nada. El sonido de los respaldos de las sillas raspando el suelo quebró el silencio de la escena, resonando en los oídos de Elías.
Elías miró alrededor, sin saber qué hacer. Todas las personas se habían acomodado en las sillas, sus miradas vacías fijas al frente. Nadie parecía inmutarse. Y entonces, sus ojos se posaron en una silla vacía en el centro, justo frente al ataúd y el grupo reunido. Una silla más, frente a todos, como si fuera el único lugar en el que pudiera estar. No podía no hacerlo. Era como si su cuerpo se moviera por voluntad propia, como si el lugar, el momento, le hubiera dictado qué hacer.
Sintiéndose atrapado, Elías caminó hacia la silla, sus pasos pesados y vacilantes. No sabía por qué, pero se sentó. Al hacerlo, un estremecimiento lo recorrió desde la cabeza hasta los pies. El ambiente se había vuelto aún más frío, y la sensación de que algo estaba a punto de suceder era insoportable.
Una quietud ominosa se apoderó de la escena. Todos en la sala estaban sentados, mirando al frente, sin una palabra, como si esperaran algo. Elías no podía evitar sentirse pequeño, insignificante en ese lugar. Los recuerdos que había tratado de enterrar comenzaban a aflorar en su mente, a pesar de que no quería enfrentarlos. No entendía lo que estaba pasando, pero el terror lo invadía con cada segundo que pasaba. El silencio que los rodeaba era tan pesado que casi podía oír su propia respiración, agitada y acelerada. La cuna en el ataúd seguía ahí, como si la mirada de todos estuviera fija en ella, pero al mismo tiempo, no podía apartar los ojos de las figuras inmóviles a su alrededor.
¿Qué estaba ocurriendo realmente? ¿Por qué sentía que el tiempo mismo se había detenido y que el cementerio lo había reclamado? Y justo cuando el pavor comenzaba a abrumarlo, una última frase del anciano atravesó el aire con un peso aún mayor.
- “Ahora, Elías, prepárate para lo que has olvidado.”
De repente, una mujer de cabello gris se levantó de su silla. Llevaba un vestido negro que parecía absorber la luz, y su voz, tranquila, pero con una profundidad inquietante, rompió el silencio.
- “Recuerdo cuando Elías decidió abandonar la ciudad para perseguir su sueño de ser fotógrafo en el extranjero,” comenzó, mirando al frente, aunque parecía dirigirse al aire más que a las personas presentes. “Su trabajo capturando paisajes cambió la manera en que el mundo veía las selvas del Amazonas. Ganó premios, ¿recuerdan? Y su fotografía fue exhibida en galerías de renombre. Fue entonces cuando conoció a Clara, su gran amor, mientras ambos trabajaban en un proyecto de conservación.” Dijo con nostalgia, nostalgia del recuerdo de alguien que ya no existe más.
Elías frunció el ceño. ¿Fotógrafo? ¿Selvas del Amazonas? No podía ser. Nunca había salido de su pequeña ciudad, mucho menos había trabajado en algo relacionado con la fotografía. Pero al mismo tiempo, las palabras de la mujer se sentían extrañamente familiares, como si algo dentro de él susurrara que aquello era posible, incluso real. La mujer volvió a sentarse, y un hombre alto y delgado tomó su lugar. Parecía mayor, aunque su postura era firme. Su voz resonó con solemnidad.
- “Recuerdo cómo Elías revolucionó la forma en que las empresas locales apoyaban a las pequeñas comunidades agrícolas,” dijo el hombre. “Fundaste esa organización, ¿recuerdas, Elías? La que ayudó a miles de familias a salir de la pobreza. Eras incansable. Dabas discursos motivadores, viajabas constantemente, pero nunca descuidaste a tu familia. Tus hijos siempre estuvieron orgullosos de ti.”
Elías sintió que su pecho se comprimía. Una organización benéfica, hijos... Era imposible. Él no tenía hijos, ni familia, ni logros de los que hablar. Pero las palabras del hombre despertaron algo dentro de él. Por un momento, casi pudo imaginarse en esa vida, rodeado de amor y propósito.
Una a una, las personas se levantaban y hablaban. Cada discurso era una ventana a una vida que Elías no había vivido, pero que de alguna manera lo golpeaba con una intensidad desgarradora. Recordaron sus “triunfos” como artista, como empresario, como profesor querido por sus estudiantes. Hablaron de un Elías lleno de pasión, amor y valentía, de un hombre que había enfrentado desafíos y construido algo significativo.
Elías empezó a sudar, sus pensamientos arremolinándose en su mente. ¿Qué demonios estaba pasando? Estos "recuerdos" no eran suyos, era como si estuvieran narrando las vidas que él había dejado atrás con cada decisión que tomó… o no tomó.
- “Esto no es posible,” murmuró en voz baja, aunque nadie parecía escucharlo.
La presión en su cabeza aumentaba con cada palabra que se pronunciaba. Cada vez que alguien terminaba su discurso y se sentaba, otra persona tomaba el relevo, hilando un nuevo relato sobre un Elías que él no reconocía, pero que parecía más real con cada segundo que pasaba. Su respiración se aceleraba. Miró alrededor, buscando algo, alguien que le explicara qué era todo esto. Cuando sus ojos se encontraron con los del anciano que había hablado antes, este asintió lentamente, como si estuviera diciendo: Sí, lo estás entendiendo. Finalmente estás viendo.
Las historias continuaron, pero ahora Elías sentía que algo en su mente comenzaba a cambiar. Las palabras no solo describían posibilidades; parecían abrir un portal en su conciencia. Los rostros de las personas narrando los recuerdos se volvían más claros, como si realmente los hubiera conocido en algún momento. Los eventos descritos adquirían una textura más nítida, como si fueran memorias enterradas profundamente en su interior. ¿Y si todo esto fuera cierto? pensó. ¿Y si estas vidas eran reales, pero habían quedado sepultadas bajo el peso de mis decisiones? Pero si eso era cierto, entonces había algo que no podía ignorar: si todos esos caminos eran posibles, ¿qué camino estaba recorriendo ahora?
Una nueva sensación lo invadió. Algo más profundo que el miedo: la desesperación. Elías comprendió que lo que había perdido no era solo una vida mejor; había perdido partes de sí mismo. Todo aquello que pudo haber sido… y no fue.
Cuando el último de los asistentes termina su discurso, el anciano avanza lentamente hacia el centro del círculo, su figura encorvada proyectando una sombra alargada bajo la luz tenue que se filtra entre las ramas del árbol. Se detiene frente a Elías con su mirada penetrante que parece ver a través de él.
- “Ah, Elías,” comienza, su voz grave resonando como un eco en el aire helado. “Has escuchado los caminos dorados, los triunfos que jamás alcanzaste, los amores que dejaste escapar. Pero no estás aquí por ellos. Estás aquí por esto...”
El anciano extiende su mano hacia el ataúd con la cuna vacía. De repente, un líquido oscuro comienza a brotar del interior, cayendo en un goteo constante que parece absorber la luz a su alrededor. El líquido forma charcos negros que se extienden hacia las lápidas cercanas, como si el suelo estuviera sangrando.
- “Elías,” continúa el anciano, su tono tornándose gélido, “tu vida no es un monumento a las decisiones perdidas, sino un pozo interminable de errores repetidos. Tú no solo fallaste en elegir otro camino, tú arrastraste todo lo que tocaste contigo. Familias destruidas, amistades erosionadas, sueños pisoteados.”
Elías siente que cada palabra es un cuchillo. Intenta levantarse, pero su cuerpo permanece paralizado. El aire se siente denso, como si estuviera siendo comprimido por un peso invisible.
- “Elías, no tienes idea de cuántos corazones heriste con tu amargura, cuántas almas contaminaste con tu desesperanza. Y ahora, te toca pagar. Pero no con la redención que anhelas. No, tu final es mucho más interesante que eso.”
El anciano se inclina hacia él, y su rostro, inexpresivo hasta ahora, se deforma en una sonrisa grotesca. El anciano se queda mirando a Elías, inmóvil, su expresión cambia a una que mezcla lástima y crueldad. Elías siente que el frío lo envuelve por completo, pero no es el aire, sino algo más profundo, algo que se arrastra por su columna y hace que cada fibra de su ser tiemble.
- “Elías,” dice el anciano con voz pesada, cargada de autoridad. “Crees que esta es tu vida, ¿verdad? Que estos días grises, estas noches vacías, esta monotonía sofocante son solo el resultado de malas decisiones. Pero te equivocas. Esto nunca fue una vida. Esto es… el limbo.”
Elías abre los ojos de par en par, su mente tambaleándose ante lo que acaba de escuchar. El anciano da un paso adelante, y su sombra parece crecer, envolviéndolo todo.
- “Estás muerto, Elías. Lo has estado por tanto tiempo que ni siquiera lo recuerdas. Tu ‘vida’ no es más que una ilusión, un ciclo interminable de mediocridad y arrepentimientos, donde revives las mismas estúpidas decisiones, una y otra vez, hasta que el tiempo se agota.”
El anciano señala el ataúd con la cuna, ahora rebosante del líquido negro que emite un olor acre y sofocante.
- “Este es tu final. El tiempo se ha terminado. No hay redención, no hay segunda, ni tercera oportunidad. Lo que has sido aquí, en este limbo, es lo que serás por toda la eternidad: nada.”
Elías intenta levantarse, pero su cuerpo no responde. Sus manos se aferran a los brazos de la silla, sudando frío mientras su mente grita en una cacofonía de desesperación. “
- ¡No! ¡No puede ser! ¡Esto no puede ser real!”
- “Es más real de lo que jamás imaginaste,” responde el anciano, y su voz se transforma en un eco que llena el cementerio. “Ahora, Elías, es hora de que dejes de existir.”
El líquido negro comienza a moverse como una criatura viva, reptando por el suelo hacia Elías. Intenta retroceder, pero la silla lo mantiene atrapado. Siente el primer contacto con el líquido en sus pies, y es como si le arrancaran la carne con garras invisibles.
- “¡No! ¡Déjenme salir! ¡Ayuda!” grita Elías, pero los asistentes permanecen inmóviles, con sus rostros inexpresivos observándolo.
La risa silenciosa de antes se convierte en un murmullo inquietante, una melodía siniestra que parece vibrar en sus huesos. El líquido sube por sus piernas, su torso, su cuello. Elías patalea, lucha, intenta nadar, pero es inútil. Es como si el líquido tuviera un peso infinito, arrastrándolo hacia un abismo que no tiene fondo. Cada intento de resistirse es una agonía; siente como si su propio ser se desgarrara.
Cuando finalmente el líquido lo engulle por completo, hay un silencio absoluto. Todo se detiene. Al pie del árbol, una nueva lápida se erige. Su inscripción, grabada con letras negras que parecen sangrar: Aquí yace Elías. No por lo que vivió, sino por lo que jamás pudo ser.
El viento sopla suavemente, llevándose consigo el último eco del nombre de Elías. Los asistentes se desvanecen, el anciano desaparece entre las sombras, y el cementerio queda vacío otra vez, como si nada hubiera pasado.
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2025.01.22 17:06 Cy1918 4 days
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2025.01.22 17:06 C_A_S_-H_ Sound playing when all tracks are muted?
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2025.01.22 17:06 psychdisso [Academic] Psychology research into social media use - interviews [18-21]
Hi everyone!
My name is Hannah and I'm a doctoral researcher in Psychology. I'm studying social media usage and online content, and as part of this I'm conducting interviews with young adults (aged 18-21) to get a sense of what social media sites are popular, how they're used, and what content people look at.
The interview will take approximately 90 minutes, depending on your answers, and you will need a device which can access Zoom. I will record the audio portion of the interview for transcription purposes - so you don't need to have a camera on! I will also ask you to complete a quick survey just to gain an understanding on your demographic information.
Ethical approval has been granted for this study by the Brunel University London College of Health, Medicine and Life Sciences Research Ethics Committee.
If you have any questions, or you'd like to participate, please message me or send me an email at:
[[email protected]](mailto:[email protected])
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2025.01.22 17:06 devil_hunter1 Esmita 🥵
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2025.01.22 17:06 No-Cake-3089 why does he remind me of Dylan?
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2025.01.22 17:06 Silver-Mind-2538 Co2 from airgas
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2025.01.22 17:06 gwizztheslayer_ G-Wizz The Slayer - Dear Peaches (2025)
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2025.01.22 17:06 zeroxzerox2 Feedback for 2k List
Playing around with different lists and came up with this dragon focused list.
Unsure if a single long strike is worth it or if I should add Stormcoven and break the 1950pts
SCE 1950/2000 pts
Stormcast Eternals | Lightning Echelon Drops: 2 Prayer Lore - Prayers of the Stormhosts
General's Regiment Ionus Cryptborn, Warden of Lost Souls (400) • General Dracothian Guard Desolators (380) • Reinforced Stormdrake Guard (640) • Reinforced • 4x Drakerider’s Lance Vanguard-Raptors with Longstrike Crossbows (200)
Regiment 1 Lord-Relictor (130) • Mirrorshield • Envoy of the Heavens Liberators (100) Liberators (100)
Created with Warhammer Age of Sigmar: The App App: 1.8.0 | Data: 227
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2025.01.22 17:06 wild-rose_ Getting ready for the day. 🖤
Bored and want a new toy to play with. submitted by wild-rose_ to findommes [link] [comments] |
2025.01.22 17:06 MattyHealingJourney What is my Rez dog?
I’m curious to hear what you think my best buddy Kai is! He’s 6 years old, and 55lbs, with amber eyes, pointy ears, and a curved tail. I rescued him from Rosebud Reservation in South Dakota as a puppy. My guesses are that he is German Shepherd, Lab, Australian Cattle Dog, and/or Pit 😊 submitted by MattyHealingJourney to IDmydog [link] [comments] |
2025.01.22 17:06 dream_gaze Lonely, in pain, so depressed
I’m 29M and just feel… restless and hopeless. Lately I’ve been extremely horny (I usually am anyway, but even more so recently) and it’s starting to drive me fucking crazy because I have no outlets for it… I mean yes I can masturbate and do quite often, but it’s not enough. I miss having someone to hold, I miss sex, I miss having someone to laugh with and watch movies with. I’m so lonely and miss intimacy in so many ways. All I do now is bed rot, watch series, read, take out my dogs and sleep. I miss my old life so so much
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2025.01.22 17:06 No_Signature4252 Looking for offers
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2025.01.22 17:06 cnbc_official America first, Europe second? Policymakers digest what Trump's return means for them
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2025.01.22 17:06 sza1710 Getting a new driver's license after change of status?
Hey all, I've recently changed my non immigrant status from TN to H-1B. A few months ago I got my driver's license for limited time, now that my status has changed, should I get a new driver's license?
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2025.01.22 17:06 WookiEEBrood gumball mechanism
Has anyone ever modeled the gumball mechanism on a gumball machine, or know where I could find one?
submitted by WookiEEBrood to SolidWorks [link] [comments]
2025.01.22 17:06 --lily-rose-- keep looking, i like the attention😏
submitted by --lily-rose-- to SFWGirlsInSkirts [link] [comments] |
2025.01.22 17:06 rafaelguisso [FOR HIRE] Commissions are open!!! RPG Characters | Creatures | OC ~ Flat color art for $100 and Full Render art for $170!! If you're interested, send me a DM :)
submitted by rafaelguisso to tabletopartists [link] [comments] |
2025.01.22 17:06 Event_Infamous Can't open my car door, 📍Austria
submitted by Event_Infamous to snow [link] [comments] |
2025.01.22 17:06 nikkis_number_1_fan Never in the light of day would I ever see Nikki appear on TV, let alone China’s Chinese New Years Net Gala.
Thank you rednote. submitted by nikkis_number_1_fan to InfinityNikki [link] [comments] |